Primitivas Reglas de la Hermandad del Prendimiento (1601). Archivo de la Hermandad
Primitiva imagen de Nuestro Padre Jesús del Soberano Poder en su Prendimiento (Anónimo, s. XVII). Archivo de la Hermandad
Mª Santísima de Regla en la Iglesia de los Terceros (1890). Archivo de la Hermandad
Primitiva misterio de Nuestro Padre Jesús del Soberano Poder en su Prendimiento (Juan de Astorga, s.XIX). Archivo de la Hermandad
Primera fotografía del actual titular de nuestra Hermandad (Castillo Lastrucci, 1945). Archivo de la Hermandad
Misterio de nuestra Hermandad saliendo de la Iglesia de San Martín (1959-1963). Archivo de la Hermandad
Mª Santísima de Regla siendo Coronada Canónicamente por el Arzobispo D. Juan José Asenjo en la Santa Iglesia Catedral de Sevilla. Septiembre 2010, ABC de Sevilla.
Mª Santísima de Regla Coronada frente a su Santidad el Papa Benedicto XVI (q.e.p.d) en la Jornada Mundial de la Juventud. Madrid 2011, ABC de Sevilla.
La Hermandad del Prendimiento en los siglos del Barroco
No puede asegurarse con plena certeza cuándo se fundó la Hermandad del Prendimiento, pero sin duda debió ser antes de que el Dr. Romero de Montalvo, en su calidad de notario eclesiástico, corrigiera la redacción de su primitiva Regla el 18 de enero de 1601. La definitiva aprobación y confirmación de sus 21 capítulos, con algunas adiciones, se produjo el 3 de febrero de ese mismo año por parte del Dr. Luciano de Negrón, provisor y vicario general en sede vacante del Arzobispado hispalense, distinguido predicador, además de canónigo y arcediano de la Santa Iglesia Catedral.
Los cofrades tomaron como titulares a “la Virgen Santíssima nuestra señora de rregla y santíssimo y sagrado poder de nuestro Redemptor Jesuchristo”. El sentido de la advocación de “Sagrado Poder” lo hallamos en un capítulo que se añadió a la Regla en 1645, donde se expresa que “por quanto la advocación de ella a sido y es de el Poder de nuestro señor Jesuxpto, a el tiempo de su prissión cuando respondió a los que le fueron a prender a quién buscavan y todos cayeron en tierra con sólo decirles Yo Soy…”.
El estado actual de las investigaciones apuntan a que la hermandad pudo fundarse en la parroquia de San Pedro, donde radicaba al menos desde 1610, y allí continuaba en 1623, cuando se verificó la reducción de cofradías, quedando agregada la de Nuestra Señora de Regla a la de la Quinta Angustia en el convento Casa Grande del Carmen, fijándose su salida el Miércoles Santo a las 3 de la tarde. Muy pronto se deshizo esta unión, y en 1636 encontramos a la Cofradía de Nuestra Señora de Regla desfilando a la Catedral el Domingo de Ramos.
Al menos desde 1640, la Hermandad ya aparece establecida en una capilla situada en el lado del evangelio de la parroquia de Santa Lucía, que pudo conservar en propiedad hasta 1868. Este espacio fue terminado por el maestro albañil Francisco de Chaves, quien era entonces alcalde de la cofradía, a fines de 1640.
El 23 de marzo de 1645, el provisor y vicario general del Arzobispado, D. Francisco de Monsalves, aprobó que se cambiara el color azul por el morado, por ser más apropiado para el misterio pasionista. Por entonces, era protector de la hermandad el marqués de Valencina.
La antigua imagen titular del Señor del Prendimiento, depositada en la parroquia de Nuestra Señora del Juncal desde 1973, es una escultura anónima del siglo XVII, profundamente remodelada. La dolorosa de María Santísima de Regla también podría fecharse en esa centuria.
Entre 1714 y 1775, la Hermandad realizó estación el Miércoles Santo de 1715 y 1721, y el Jueves Santo en 1723, 1733, 1741, 1742, 1743, 1744, 1746, 1757, 1761, 1763, 1766, 1770, 1774 y 1775. También en 1782, 1798 y 1799. Esta secuencia refleja períodos de alza y decadencia económica.
Un venturoso hito fue el recibimiento como cofrade del arzobispo D. Luis de Salcedo y Azcona el 25 de junio de 1724. Es en el siglo XVIII cuando se constata documentalmente la relación con los panaderos, aunque nunca fue una hermandad gremial. Como muestra: el panadero Pedro Franco donó el 20 de junio de 1760 una suma de 1.021 reales por devoción a Nuestra Señora de Regla.
La vida interna de la Cofradía se hallaba plenamente consolidada en Santa Lucía, permitiéndose incluso reconstruir su capilla y contratar el 21 de abril de 1732 un retablo mayor con el maestro José Fernando de Medinilla, por 250 ducados. También destaca el párroco D. Pedro Díaz de la Vega, que fomentó el culto en la segunda mitad del siglo.
En el informe que el asistente de Sevilla Pablo de Olavide remitió en 1771 al conde de Aranda, se dice que la “Hermandad de Nuestra Señora de Regla y Santo Cristo del Prendimiento” hacía estación el Jueves Santo, costeada por sus hermanos, y no contaba con renta alguna. Aun así, la cofradía mejoró su patrimonio: en mayo de 1797, encargó al arquitecto Manuel Romero un paso de misterio por 3.400 reales.
Las vicisitudes de la Hermandad de los Panaderos en el siglo XIX
Durante el primer cuarto del siglo, la hermandad procesionó el Jueves Santo de 1801, 1802, 1803, 1804, 1805, 1808, 1813 y 1818, año este último en que estrenó los judíos del paso de misterio. En 1810, estando Sevilla dominada por los franceses, fue una de las tres cofradías, junto al Gran Poder y las Tres Necesidades, que se prestó a realizar la estación de penitencia en la tarde del Viernes Santo, aunque el rey José Bonaparte, que aparentemente había mostrado tanto interés en conocer la Semana Santa de Sevilla, no se dignó siquiera en salir del Alcázar.
Tras 225 años de vigencia de la primitiva Regla de 1601, el Supremo Consejo de Castilla aprobó unas nuevas Ordenanzas el 9 de octubre de 1826. Comprenden estas Reglas 14 capítulos, previniéndose, en el plano cultual interno, la celebración de un septenario de dolores, sermón de pasión el Domingo de Ramos, función a la Virgen el 2 de agosto, función en la onomástica del monarca reinante, honras fúnebres el tercer domingo de noviembre, misa de doce todos los días festivos y misa cantada el último domingo de cada mes. Ni que decir tiene que el día fijado para la estación de penitencia sigue siendo el Jueves Santo, concediéndosele el privilegio de desfilar con nazarenos.
Después de haber atravesado unos años críticos entre 1818 y 1824, y conseguida la aprobación de su Regla en 1826, la hermandad volvió a verificar su salida procesional en 1828, 1829, 1832 y 1834, cuando nuevamente se vio sumida en una crisis económica que logró remontar, reanudando su estación el Jueves Santo de 1845, 1846, 1848 y 1853, último en que lo hizo desde la parroquia de Santa Lucía. En 1850 y 1854 participó con el paso de misterio en la procesión del Santo Entierro Grande.
Para el cómodo desenvolvimiento de la hermandad fue crucial la compra en abril de 1828 de un terreno situado en una callejuela colindante al testero de su capilla, con el fin de labrar allí un almacén para guardar los pasos. Las obras se acometieron al año siguiente con la aquiescencia del municipio, conservando este almacén en propiedad hasta nuestros días.
Son años en los que la hermandad reforzó sus vínculos con el oficio de la panadería, hasta el punto de afirmar González de León en 1852 que “la cofradía pertenece al gremio de Panaderos”, lo que por otra parte no se corresponde con la realidad, aunque sí resultara significativa su presencia en las filas de hermanos, como lo reconociera Bermejo en 1882.
La Revolución de 1868 marca un antes y un después en la trayectoria histórica de la Hermandad del Prendimiento, pues a consecuencia de la misma, la parroquia de Santa Lucía quedó cerrada al culto y la cofradía se vio despojada de su capilla, viéndose obligada a depositar sus imágenes titulares en el almacén de los pasos, quedando privadas de todo culto. La corporación entró entonces en un estado de languidez, que se vio sobresaltado por la riada del año 1876 que anegó dicho almacén, causando graves deterioros en los enseres y en las efigies sagradas, que hubieron de ser profundamente restauradas en 1877 por el escultor Gumersindo Jiménez Astorga. Para intentar normalizar la vida de la Hermandad, las imágenes se trasladaron a la iglesia de Nuestra Señora de Consolación, entronizándose en un altar construido al efecto en una capilla situada en lo que fue tránsito al extinguido convento de padres Terceros.
La recuperación, no obstante, se desarrolló con más lentitud de la esperada, de manera que la primera estación de penitencia desde los Terceros no pudo realizarse hasta 1887, en que abrió los desfiles procesionales del Domingo de Ramos. Ese año, precisamente, ingresó como hermano el magistral bordador Juan Manuel Rodríguez Ojeda, que desempeñó ininterrumpidamente entre 1897 y 1920 cargos de gran responsabilidad en la mesa de gobierno, entre ellos los de mayordomo y teniente hermano mayor, diseñando la nueva estética de la cofradía y haciéndose él mismo cargo de la mayor parte de los bordados que se fueron estrenando.
La salida procesional volvió a suspenderse entre 1888 y 1893. En 1890 fue nombrada hermana mayor honoraria su alteza real la infanta María Luisa Fernanda de Borbón, duquesa de Montpensier, suponiendo una efemérides relevante para la corporación, que desde entonces viene utilizando el título de Real. En 1894 reanudó su estación de penitencia desde el exconvento de los Terceros, figurando la segunda del Domingo de Ramos.
La Semana Santa de 1895 marca el punto de arranque del que a partir de entonces se convertiría en el día tradicional de salida de esta hermandad: el Miércoles Santo. Ese año se vio obligada a procesionar desde la parroquia de San Román. Por entonces, el hábito penitencial consistía en sotanas de terciopelo negro, antifaces y capas de seda de color guinda, sandalias blancas y medias negras.
El 11 de marzo de 1896, la autoridad eclesiástica aprobó el traslado de la hermandad desde el templo de los Terceros hasta la parroquia de San Marcos, aunque la salida procesional se verificó desde la iglesia de Santa Marina.
La Hermandad de los Panaderos en la capilla de San Andrés
La solución definitiva a esos incómodos cambios de sede llegó el 12 de julio de 1896, cuando un cabildo general aprobó la fusión de la Hermandad del Prendimiento con la de maestros alarifes de San Andrés, que contaba con una capilla propia en la calle Quebrantahuesos, actual Orfila. El 29 de julio, el arzobispo de Sevilla, beato Marcelo Spínola y Maestre, ratificaba las bases de fusión. De inmediato se procedió a la rehabilitación de la capilla, reabriéndose al culto en noviembre de 1902, tras haber permanecido clausurada durante varias décadas.
En esta capilla de San Andrés viene radicando la corporación nazarena desde hace más de ciento veinticinco años, excepto los breves períodos de tiempo en que se vio obligada a desalojarla para acometer nuevas obras de consolidación y restauración, trasladando por este motivo sus imágenes titulares a la iglesia de San Martín (1923-1924, 1959-1963 y 2014 –solo la Virgen–), a la parroquia de San Andrés (1978-1979 y 1986-1987) y a la iglesia del Hospital del Pozo Santo (1994).
El último lustro decimonónico fue pródigo en novedades para la Hermandad de los Panaderos. Merece la pena citarse que entre 1897 y 1899 desfiló el Miércoles Santo con tres pasos, pues se añadió uno alegórico con la figura del apóstol San Andrés postrado de hinojos ante un ángel que le ofrecía la cruz aspada de su martirio. No menos curiosa resultaría la estampa de la Virgen de Regla acompañada en su paso de palio por la imagen de San Juan durante las salidas de 1898 y 1899.
El siglo XX contempló un progresivo crecimiento de la Hermandad de los Panaderos. De manera natural, la corporación supo desarrollar una especial personalidad que bascula entre el carácter bullicioso y popular heredado de su estancia en la parroquia de Santa Lucía, y el talante señorial que le imprimen sus cuatro siglos de historia y su privilegiado emplazamiento actual, en pleno centro histórico de la ciudad.
En los años cuarenta es cuando se impuso el modelo organizativo de hermandad que ha subsistido hasta el momento presente. El cambio de la imagen del Cristo en 1945, la designación de la Virgen de Regla como patrona del Grupo Provincial de Panadería en 1955, el nombramiento de un diputado de caridad en 1969, la fundación del grupo joven en 1973, la creación de las cuadrillas de hermanos costaleros en 1978, la plena integración de la mujer en la vida corporativa con todos sus derechos reconocidos, la celebración de cursos de formación religiosa a partir de 1983, la vinculación con el Hospital de Pozo Santo cuya comunidad de franciscanas terciarias fue nombrada hermana honoraria en 1994, y la aprobación de sendas Reglas el 25 de junio de 1976 y el 21 de septiembre de 1987.
El siglo XXI comenzó, en 2001, con la celebración del IV centenario fundacional, la aceptación por parte de S. M. el rey D. Juan Carlos I del título de hermano mayor honorario y la recepción de la reliquia del apóstol San Andrés, autentificada por el relicario general de Roma. Las Reglas por las que actualmente se rige esta corporación nazarena se aprobaron el 20 de abril de 2005. En la mañana del domingo 26 de septiembre de 2010, la bendita imagen de María Santísima de Regla fue coronada canónicamente en la Santa Iglesia Catedral por el arzobispo de Sevilla, D. Juan José Asenjo Pelegrina. También merece ser escrita con letras de oro en los anales de nuestra hermandad la fecha del 19 de agosto de 2011, cuando Nuestra Señora de Regla, entronizada en su paso de palio, participó en el Vía Crucis presidido por el papa Benedicto XVI con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid, habiendo recibido culto durante las jornadas previas en la céntrica iglesia del Carmen de la capital de España. Para el recuerdo quedará también la tarde del primer lunes de Cuaresma, 7 de marzo de 2022, cuando la imagen de Nuestro Padre Jesús del Soberano Poder en su Prendimiento presidió el rezo del Vía Crucis organizado por el Consejo General de Hermandades y Cofradías, en el templo metropolitano, bajo el lema “Tu Pan nos da Vida Eterna”.